Este tratamiento está indicado en una pareja con poco tiempo de búsqueda de embarazo con estudios que demuestren trastornos en la ovulación.
Actualmente existen fármacos que estimulan la ovulación. Los más conocidos son el Citrato de Clomifeno y las Gonadotrofinas (FSH-LH). El primero está prácticamente en desuso, aunque en casos muy concretos, se emplea como medicamento de primera elección. Las Gonadotrofinas, por su parte, cada día evolucionan más, y hoy en día es el fármaco más empleado es la FSH pura y FSH recombinante (sintetizada por medio de ingeniería genética). Ésta es una hormona que actúa directamente sobre el ovario y provoca el desarrollo de más de un folículo. La forma de administración es inyectable por vía subcutánea.
El médico debe indicar cuáles son los días en que exactamente la paciente debe administrarse la medicación y cuál es la dosis más conveniente, ya que la respuesta al tratamiento no sólo es diferente en cada mujer, sino en diferentes ciclos de una misma paciente. Es preciso controlar (monitorizar ecográficamente) el crecimiento de los folículos hasta que alcancen el tamaño oportuno, que es mayor a 17 mm.
Es una técnica sumamente sencilla que se define como el depósito de espermatozoides de forma no natural en el tracto reproductivo de la mujer, en el momento próximo a la ovulación, con la finalidad de conseguir un embarazo. La inseminación intrauterina ó artificial constituye la primera propuesta terapéutica para aquellas parejas que consultan por esterilidad y que presentan:
Esta técnica se indicará: cuando existan alteraciones leves del espermograma, dificultades coitales, alteraciones del cuello uterino (moco cervical hostil), endometriosis leve, alteraciones ovulatorias, factores inmunológicos, o bien ante la esterilidad sin causa aparente.
Unos catorce días después de la inseminación la paciente efectúa un análisis de subunidad beta en sangre para saber si está embarazada.
Se utiliza cuando el varón presenta enfermedades hereditarias o incapacidad para producir espermatozoides. La primera norma que rige esta técnica es el anonimato tanto de parte del donante de semen como de los pacientes que lo utilizan. Los aspirantes a donantes son sometidos a una serie de análisis antes de ser aceptados: exploración general, sangre, semen, estudio de enfermedades de transmisión sexual, evaluación genética. La elección del donante se determina según las características del varón: se elige un donante de igual grupo sanguíneo y similares características físicas. La técnica que se utiliza es la misma que en el caso de la inseminación conyugal, pero utilizando la muestra proveniente del banco de semen.
En esta técnica la fertilización del óvulo por el espermatozoide se produce en un medio artificial como es el laboratorio, pero el proceso de fertilización es totalmente natural ya que se coloca un promedio de 200.000 espermatozoides alrededor de los óvulos, los que serán penetrados naturalmente por uno de ellos y así se formarán los embriones que serán transferidos a la cavidad uterina por medio de diferentes tipos de catéteres mediante un procedimiento sencillo e incruento.
Resultados:
Las probabilidades de embarazo varían principalmente según la edad de la mujer, la causa de la infertilidad, la calidad de los óvulos, el número de embriones transferidos, la calidad espermática, etc.
Globalmente son aproximadamente de un 25%-30% de embarazo por ciclo iniciado, lográndose más de un 70% luego de 4 intentos. Estos resultados se tienen que interpretar conociendo que la tasa de embarazo natural en las parejas es de 20 a 30%, con lo cual estas técnicas le permite a parejas con muy pocas posibilidades de embarazo espontáneo (1% por ciclo) equipararse a la tasa de fertilidad de las parejas fértiles.
La técnica de ICSI consiste en la inyección de un único espermatozoide en el óvulo. Se efectúa un procedimiento idéntico al que se describió previamente para la FIV con la única variante en la etapa de fertilización en la cual en vez de incubar los espermatozoides con el óvulo, éste es inyectado para colocar un espermatozoide. Para ello se utiliza un equipo denominado micromanipulador que permite con una pipeta sostener el óvulo y con otra pipeta más delgada inyectarlo. Esta técnica ha abierto una importante posibilidad terapéutica especialmente para la esterilidad conyugal de origen masculino. Las posibilidades de éxito de esta técnica son similares a la de la FIV convencional en parejas estériles sin alteraciones masculinas.
En algunos casos, por ejemplo cuando hay un bloqueo de los canales espermáticos, no hay ningún espermatozoide en la eyaculación. Aún así, tal vez puedan obtenerse espermatozoides directamente de los testículos (TESE) o del epidídimo (MESA). Se realiza un procedimiento quirúrgico menor para extraer muestras de tejido, que pueden contener espermatozoides. Estos procedimientos requieren anestesia local y habitualmente no son dolorosos. Los espermatozoides se usan luego en el tratamiento ICSI. Habitualmente en un procedimiento se pueden recuperar suficientes espermatozoides para congelar y utilizar más adelante de ser necesario.
Se estudia la constitución genética del embrión antes de transferirlo. Para ello se aspira, de cada embrión a estudiar, una o dos células que son analizadas con técnicas de diagnóstico rápido por lo cual se tienen los resultados en el día.
Si los embriones presentan alguna anomalía genética no son transferidos. Está indicado sobre todo en enfermedades genéticas ligadas al sexo, como la hemofilia o en casos de abortos a repetición.
Los embriones están rodeados de una capa denominada zona pelúcida de la cual deben desprenderse para poder implantarse. Una vez que el embrión está en la cavidad uterina va adelgazando su zona pelúcida gradualmente, ayudado por sustancias producidas por él mismo. Hay evidencias que algunos embriones pueden carecer de la habilidad para adelgazar y desprenderse de la zona pelúcida. Por esta razón se diseñó un procedimiento denominado eclosión asistida en la cual se le efectúa al embrión una pequeña abertura en la zona pelúcida unos minutos antes de transferirlo a fin de facilitarle el desprendimiento y consecuente implantación. Esta técnica suele efectuarse en embriones de mujeres de más de 37 años, en embriones con zona pelúcida engrosada y en pacientes con fallas previas de FIV en las que se transfirieron embriones aparentemente de buena calidad y no implantaron.